La leche animal y sus derivados se encuentran entre los alimentos de mayor consumo del mundo, alabándose sus propiedades nutritivas y lo imprescindible que resulta para mantener los huesos sanos gracias a su riqueza en proteínas, vitaminas, minerales, y especialmente el calcio, pero ¿es todo eso cierto?
El ser humano es el único mamífero que ingiere leche pasado el periodo de lactancia y procedente de otros animales!, Pero la leche que produce cada mamífero es específica para su especie y no para las de otra, aunque los humanos vivimos bajo la convicción de ya adultos seguirla consumiendo, alterando inclusive las leyes de la naturaleza para mantenerla en condiciones adecuadas de consumo.
La composición de cada leche varía en función de cada animal, y si bien su principal componente es el agua, su presunto interés nutritivo radica en que además contiene grasas, proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Ahora bien, ¿es realmente saludable ingerir leche y productos lácteos?
La razón fundamental por la que los nutricionistas occidentales -no así los orientales- recomiendan tomar leche y sus derivados es porque la consideran muy nutritiva y rica en calcio, agregando que su ingesta periódica es imprescindible para mantener la salud sobre todo de los huesos, sin embargo, en Estados Unidos, mayor consumidor mundial de leche, es donde existe mayor incidencia de osteoporosis. ¿Alguien puede explicar tan singular paradoja?
Cada vez son más los expertos que afirman que la leche no sólo es un alimento inadecuado para el ser humano, sino que ni siquiera constituye una buena fuente de calcio.
Un estudio llevado a cabo durante 12 años por investigadores de la Universidad de Harvard y publicado en 1997, desmintió que un mayor consumo de leche previniera las fracturas propias de la osteoporosis. Otro ejemplo de ello lo constituye el trabajo del doctor William Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los niveles más bajos de calcio en la sangre, agregando además que tomar mucha leche implica ingerir grandes cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez que el organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos. En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más importantes en el avance de la osteoporosis. A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para el ser humano, pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por eso su ingesta acidifica el organismo. En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre.
Cada vez son más los expertos que afirman que la leche no sólo es un alimento inadecuado para el ser humano, sino que ni siquiera constituye una buena fuente de calcio.
Un estudio llevado a cabo durante 12 años por investigadores de la Universidad de Harvard y publicado en 1997, desmintió que un mayor consumo de leche previniera las fracturas propias de la osteoporosis. Otro ejemplo de ello lo constituye el trabajo del doctor William Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los niveles más bajos de calcio en la sangre, agregando además que tomar mucha leche implica ingerir grandes cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez que el organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos. En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más importantes en el avance de la osteoporosis. A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para el ser humano, pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por eso su ingesta acidifica el organismo. En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre.
El doctor Jean Seignalet -hematólogo, inmunólogo, biólogo, catedrático de la Universidad de Montpellier y autor de más de doscientas publicaciones en prestigiosas revistas médicas- denunció en su obra “La Alimentación, la 3ª Medicina”, que muchas patologías y la proliferación actual de otras se debe básicamente a cinco razones: el consumo de cereales domésticos, la ingesta de leche animal y sus derivados, la cocción de los alimentos, el refino de los aceites y la contaminación alimenticia con la consiguiente carencia de vitaminas y minerales; afirmando que: "Muchas personas piensan que prescindir de la leche puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis, pues la televisión, la prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende de su cantidad de calcio y que sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede aportarles en cantidad suficiente ese preciado calcio. Sin embargo, yo digo firmemente que NO. Es cierto que la leche de vaca es rica en calcio, pero una vez en el tubo digestivo humano la inmensa mayoría del mismo es precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces fecales. El calcio asimilable es aportado en cantidad más que suficiente por los vegetales: hortalizas, legumbres secas, verduras, carnes crudas y frutos secos y frescos, pero además el calcio es un mineral muy abundante en el suelo, donde es recuperado por las raíces de las plantas. En definitiva, eliminar de la alimentación la leche animal no provoca carencia de calcio, y al contrario, el régimen hipotóxico -desprovisto de derivados de la leche- acompañado de magnesio y silicio bloquea 70 de cada 100 veces la evolución de la osteoporosis e incluso permite recuperar parte del terreno perdido".
Una de las principales proteínas de la leche es la caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente la caseína de la leche materna, pero no las de la leche de vaca. Esta sustancia se adhiere a los folículos linfáticos del intestino impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se utiliza como pegamento para papel, madera, etc.)
En cuanto a su composición: la leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro de los que el 55% son ácidos grasos poliinsaturados y un 45% saturados; en cambio la leche de vaca contiene un 70% de ácidos grasos saturados y solo un 30% de poliinsaturados.
Además el contenido en colesterol de la leche es superior al de muchos otros alimentos famosos por ser ricos en ese elemento. De hecho algunos países ya han retirado la leche de la lista de alimentos fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que acostumbran a tomar varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores condiciones que los que no la toman. Una información que, curiosamente, no parece haber llegado a Estados Unidos pues según su Departamento de Agricultura casi el 40% de la comida diaria que ingieren los norteamericanos consiste en leche y/o productos lácteos. Lo cual significa que un estadounidense medio toma diariamente sólo con los productos lácteos 161 miligramos de colesterol.
Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a doblar su peso. Y es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad. Además, niveles elevados de esa hormona unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa de la aparición de diversas enfermedades tales como artritis, asma, diversos tipos de cáncer, estreñimiento, esclerosis multiple, fatiga crónica, intolerancia a la lactosa, linfomas, etc.
En cuanto a su composición: la leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro de los que el 55% son ácidos grasos poliinsaturados y un 45% saturados; en cambio la leche de vaca contiene un 70% de ácidos grasos saturados y solo un 30% de poliinsaturados.
Además el contenido en colesterol de la leche es superior al de muchos otros alimentos famosos por ser ricos en ese elemento. De hecho algunos países ya han retirado la leche de la lista de alimentos fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que acostumbran a tomar varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores condiciones que los que no la toman. Una información que, curiosamente, no parece haber llegado a Estados Unidos pues según su Departamento de Agricultura casi el 40% de la comida diaria que ingieren los norteamericanos consiste en leche y/o productos lácteos. Lo cual significa que un estadounidense medio toma diariamente sólo con los productos lácteos 161 miligramos de colesterol.
Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a doblar su peso. Y es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad. Además, niveles elevados de esa hormona unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa de la aparición de diversas enfermedades tales como artritis, asma, diversos tipos de cáncer, estreñimiento, esclerosis multiple, fatiga crónica, intolerancia a la lactosa, linfomas, etc.
La naturaleza previó que la leche -humana o animal- sirviera para alimentar a las crías directamente, en el momento y sin intervención mecánica, física o química.
La leche animal y sus derivados se encuentran entre los alimentos de mayor consumo del mundo, alabándose sus propiedades nutritivas y lo imprescindible que resulta para mantener los huesos sanos gracias a su riqueza en proteínas, vitaminas, minerales, y especialmente el calcio, pero ¿es todo eso cierto?
El ser humano es el único mamífero que ingiere leche pasado el periodo de lactancia y procedente de otros animales!, Pero la leche que produce cada mamífero es específica para su especie y no para las de otra, aunque los humanos vivimos bajo la convicción de ya adultos seguirla consumiendo, alterando inclusive las leyes de la naturaleza para mantenerla en condiciones adecuadas de consumo.
La composición de cada leche varía en función de cada animal, y si bien su principal componente es el agua, su presunto interés nutritivo radica en que además contiene grasas, proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Ahora bien, ¿es realmente saludable ingerir leche y productos lácteos?
La razón fundamental por la que los nutricionistas occidentales -no así los orientales- recomiendan tomar leche y sus derivados es porque la consideran muy nutritiva y rica en calcio, agregando que su ingesta periódica es imprescindible para mantener la salud sobre todo de los huesos, sin embargo, en Estados Unidos, mayor consumidor mundial de leche, es donde existe mayor incidencia de osteoporosis. ¿Alguien puede explicar tan singular paradoja?
Cada vez son más los expertos que afirman que la leche no sólo es un alimento inadecuado para el ser humano, sino que ni siquiera constituye una buena fuente de calcio.
Un estudio llevado a cabo durante 12 años por investigadores de la Universidad de Harvard y publicado en 1997, desmintió que un mayor consumo de leche previniera las fracturas propias de la osteoporosis. Otro ejemplo de ello lo constituye el trabajo del doctor William Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los niveles más bajos de calcio en la sangre, agregando además que tomar mucha leche implica ingerir grandes cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez que el organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos. En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más importantes en el avance de la osteoporosis. A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para el ser humano, pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por eso su ingesta acidifica el organismo. En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre.
El doctor Jean Seignalet -hematólogo, inmunólogo, biólogo, catedrático de la Universidad de Montpellier y autor de más de doscientas publicaciones en prestigiosas revistas médicas- denunció en su obra “La Alimentación, la 3ª Medicina”, que muchas patologías y la proliferación actual de otras se debe básicamente a cinco razones: el consumo de cereales domésticos, la ingesta de leche animal y sus derivados, la cocción de los alimentos, el refino de los aceites y la contaminación alimenticia con la consiguiente carencia de vitaminas y minerales; afirmando que: "Muchas personas piensan que prescindir de la leche puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis, pues la televisión, la prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende de su cantidad de calcio y que sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede aportarles en cantidad suficiente ese preciado calcio. Sin embargo, yo digo firmemente que NO. Es cierto que la leche de vaca es rica en calcio, pero una vez en el tubo digestivo humano la inmensa mayoría del mismo es precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces fecales. El calcio asimilable es aportado en cantidad más que suficiente por los vegetales: hortalizas, legumbres secas, verduras, carnes crudas y frutos secos y frescos, pero además el calcio es un mineral muy abundante en el suelo, donde es recuperado por las raíces de las plantas. En definitiva, eliminar de la alimentación la leche animal no provoca carencia de calcio, y al contrario, el régimen hipotóxico -desprovisto de derivados de la leche- acompañado de magnesio y silicio bloquea 70 de cada 100 veces la evolución de la osteoporosis e incluso permite recuperar parte del terreno perdido".
Una de las principales proteínas de la leche es la caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente la caseína de la leche materna, pero no las de la leche de vaca. Esta sustancia se adhiere a los folículos linfáticos del intestino impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se utiliza como pegamento para papel, madera, etc.)
En cuanto a su composición: la leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro de los que el 55% son ácidos grasos poliinsaturados y un 45% saturados; en cambio la leche de vaca contiene un 70% de ácidos grasos saturados y solo un 30% de poliinsaturados.
Además el contenido en colesterol de la leche es superior al de muchos otros alimentos famosos por ser ricos en ese elemento. De hecho algunos países ya han retirado la leche de la lista de alimentos fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que acostumbran a tomar varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores condiciones que los que no la toman. Una información que, curiosamente, no parece haber llegado a Estados Unidos pues según su Departamento de Agricultura casi el 40% de la comida diaria que ingieren los norteamericanos consiste en leche y/o productos lácteos. Lo cual significa que un estadounidense medio toma diariamente sólo con los productos lácteos 161 miligramos de colesterol.
Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a doblar su peso. Y es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad. Además, niveles elevados de esa hormona unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa de la aparición de diversas enfermedades tales como artritis, asma, diversos tipos de cáncer, estreñimiento, esclerosis multiple, fatiga crónica, intolerancia a la lactosa, linfomas, etc.
La naturaleza previó que la leche -humana o animal- sirviera para alimentar a las crías directamente, en el momento y sin intervención mecánica, física o química.
Sin embargo, la decisión del ser humano de seguir ingiriendo leche tras el periodo natural de lactancia le llevó a ordeñar a los animales domésticos y, con el tiempo, a buscar métodos que permitieran conservarla largo tiempo en condiciones lo más higiénicas y saludables posibles, desembocando en los forzados sistemas y hábitos actuales.
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